Quizás podemos decir que la desilusión es necesaria para existir. Lo que sería demasiado egocéntrico es afirmar que la desilusión nos es ajena y no nos perturba.
Por otro lado es fácil pensar que vivir ilusionado resulta muchas veces ingenuo y casi molesto para las demás personas, que probablemente dudarán de nuestro raciocinio intelectual…acertadamente.
Un personaje ilusionado puede parecer mítico, un tanto creyente al destino de las cosas con un toque de lo mágico. Habrán escuchado muchas veces esos sujeto, sujetados a la suerte que sin trabajar mucho con la realidad y el deseo se sumergen en las aguas del destino y esperan que un buen viento los lleve a un magnifico puerto, sin haber remado ni siquiera una vez.
Es claro que en esta situación se ve la vagancia del ser. Someterse a la deriva, impulsado por los vientos del destino, es tristemente un profundo acto de pasividad e indefensión.
Aquel que se entregue a esta neurosis de destino buscará evitar la desilusión convenciéndose que su camino ya está señalado….y si la cosa es así, para que hacer el esfuerzo.
La primera desilusión, desilusión primordial que nos transforma en sujetos es la falta, nadie goza de la completud. Todos llevamos la muerte en sima y una interminable lista de imposibilidades.
Se debe abandonar el amor perfecto, se debe abandonar el dominio perfecto de nuestra existencia. Entonces la desilusión es el proceso necesario para poder pasar a la imperfecta adaptación de la realidad.
Pero que paradójico ¿no? porque es común escuchar no se puede vivir sin sueños, entonces soñar es apropiado, pero nos expone a la desilusión y a la pena.
Digamos así, el que camina por el sendero de lo apropiado y deja de observar la brújula de su deseo se pierde inexorablemente en una vida opaca y en este sentido, la ilusión es una forma de acercamiento a la realización de un deseo.
Pero cuidado el que se ilusiona tiene que lidiar con la realidad para poder llevar a cabo (siempre de manera parcial) su deseo.
Ahora otra forma de pensar el uso de la palabra ilusión es emparentándola con el significante espejismo. Un espejismo sería algo que no existe y que en todo caso confunde, habitualmente seria una imagen placentera que se nos escapa. Por suerte se escapa puesto que si nos atrapara estaríamos en el territorio de las psicosis.
Entonces en este caso la desilusión, seria la vuelta a la realidad.
La realidad toma protagonismo, pero no deja de ser lo que verdaderamente es, una realidad psíquica que no es dueña de la verdad, sino que solo disfrutan una parte de ella, algunos efectos de verdad que en galardonan nuestro narcisismo.
Lo expuesto no es más que algunas frases desordenadas que pretenden reivindicar algunos pensamientos Freudianos y entre ellos a La Desilusión y su función en la vida psíquica.
En cada sujeto habita el amor, el odio, la ilusión y la desilusión, nadie tiene el equilibrio de ellos en sí, nadie transmite a la perfección sus discurso, nadie sabe como comunicarse con el otro y quizás lo más desilusionante es que nadie sabe exactamente de lo que es capaz de hacer.
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