Es sabido que los sujetos somos frutos de nuestras construcciones, escribimos lo que somos y también silenciamos lo que no habita.
Lejos en la historia han quedado los esencialitas pero en la vida cotidiana se escuchan sus pensamientos en más de una ocasión. ¡Yo soy siempre el mismo ¡ ¡yo no cambio de ideas!
yo..yo ¿Siempre el mismo? ¿Siempre piensa lo mismo?.
Algunos seres desean conservar con una sórdida obstinación su esencia venida de la naturaleza, su yo idéntico, conservan voluntariamente su personalidad, no permiten que el otro haga mella sobre sí. Yo soy así.
Pero justamente lo inadvertido es que, solos somos nada. La identidad esta en vínculo permanente con al paso del tiempo, con la influencia del mundo exterior, con la relación con los otros y al aprendizaje.
Entre los dolores del ser, un padecimiento no poco habitual es encontrarse con sujetos detenidos en su tiempo interior. Un tiempo que para nada coincide con el calendario, un tiempo lógico, que coincide con el afecto, con la pena y con el trauma. Un tiempo inconsciente en donde la voluntad no puede dominar ni cambiar su curso del síntoma de detención.
Entre murmullos y llantos recostado en el diván, con la voz asfixiada por el temor, contaba en tiempo presente “Casi me ahogo hace veinte años, pero cada vez que nado me encuentro allí salvando mi vida”.
Luego la otra mujer en la marea de su propio duelo cuenta la historia repetida de su hijo.
Historia en tiempo presente que lo trae en palabras. Esfuerzo fallido por hacer presente al ausente. La muerte llevo a su hijo, lejos en el tiempo, muy lejos en los años
Resulta verdaderamente difícil, o un tanto soberbio, decir donde vivimos.
¿ Donde vivimos? Seguramente no vivimos en el aquí y menos en el ahora.
Nuestro ser habita el presente, revive el pasado y se proyecta hacia un futuro desconocido, se proyecta hacia un futuro narcisista que se pretende manipular desconociendo la enormidad de un mundo sometido al devenir.
Con un pié en el futuro, nos perdemos en conjeturas, sumergido en le pasado envejecemos nuestras letras, luego ya somos viejos. Acentuados en el presente solo somos in instante, por eso los presentistas son poco, solo poco. Por que no hay nada más breve que un presente, un presente breve que ya se hizo pasado mientras usted leyó estas letras.
Entonces podría preguntarse: ¿En que parte de su historia personal esta viviendo en este momento?
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