domingo, 24 de junio de 2012

Tu me lo has dado todo



Todo lo que me has proporcionado, África: lagos, bosques, lagunas rodeadas de brumas; 
todo lo tu que me has concedido: músicas, danzas, veladas en torno al fuego; 
todo lo que en mi piel has cincelado: tintes de mis ancestros indelebles en mi sangre.

Todo lo que me has dado, África, me hace caminar de esta manera con un paso diferente a cualquier otro. 
La cadera rota bajo el peso del tiempo, los pies anchos por todas las marchas; 
todo lo que me has dado en herencia y hasta esta pereza atada a mis talones, 
lo llevo con orgullo en mi frente y mi salud ya no la perderé y paseo, marcho, camino, voy cantando mi raza por el mundo... ni mejor ni peor que cualquier otra. 

Todo lo que me has dado, África: sabanas que broncea tu sol cenital, 
tus animales -que dicen perversos-, tus minas, inexplicables riquezas, obsesión de un mundo antagonista, tu pena por haber perdido paraísos; 
te protejo todo con mano implacable hasta la luminosidad de los horizontes para que continúe, por siempre intacta, esa misión que te confirieron los cielos.

Desgarre el tiempo

Se ha parado el tiempo bajo el techo blanco de una esquina azul de mis ojos, 
sin más que la llanura del silencio y el sabor inconforme de la sobriedad me resigno a contemplar a esa sombra que juega en el espejo, 
esperando que camine en las paredes, 
que corra en el marco de la puerta, 
que calle a las dos de la mañana o que grite sobre el cielo sin nombre, 
pero hasta que amanezca no habrá de importarme si esa sombra se abriga en mis pupilas... 
mientras tanto, a esta aurora roja que apaga voraz a mis pestañas he de darle 
a beber el simple tacto de una noche que muerde a las estrellas. 
Desgarré la luna para su complacencia y la mía, 
fui del viento la pluma inversa que arrebató de 
los ocasos el matiz necesario para pintarle emociones. 
En su piel es mi boca la sombra dulce 
que acaricia la humanidad de sus poros convirtiendo el silencio en la
 partitura gloriosa de un encuentro innombrable. 
 Soy todo para ella siendo más mujer del que siempre he sido, 
pero a veces no sé si ella extraña al poeta que una vez 
arrancó de su dermis emociones que nunca antes sintió.