miércoles, 23 de septiembre de 2009

Te llamabas María, pero pudiste haberte llamado como sea.
Apareciste mientras daba la vuelta en U en cualquier boulevard, totalmente desubicada. Mi madre se había ido sin mi y yo no encontraba como salir de una buena vez de esa ciudad que conocía tan bien y que, sin embargo, me era tan extraña y amendrentadora. El tráfico insoportable y las señales inentendibles estaban acabando con mi cordura.. entonces, te vi en medio de todo.

No estabas sola, habían algunas personas más contigo, todas con la misma facha de foráneas. Algo hizo que te distingüieras de las demás, no puedo asegurar que hayan sido las ondas rebeldes de tu cabello oscuro o tu sonrisa. Es lo único que recuerdo de tu cara.. me gustaría recordar más, pero supongo que a comparación del anonimato en el que te has mantenido, tu sonrisa es un lujo.

Dos horas después de conocernos, estábamos sentadas en el suelo, en medio de un grupo considerable de personas. ¿Tus amigos? Esa sensación me daba. Seguía sin saber dónde estaba y cómo salir de ahí, pero tu me abrazabas y a mi la urgencia de volver se me había evaporado.

Alguien hizo una broma acerca de lo rápido que corren las relaciones entre mujeres, pero nos defendimos entre risas diciendo que sólo eramos amigas. Tu volteaste a verme como si no quisieras que me creyera tus palabras y sentí como se me aceleraba el pulso.

No soportaba las ganas de besarte y al mismo tiempo, de no hacerlo. No quería que los demás tuvieran razón, que fuéramos justo el elemento predecible. Sentía la tensión de ti hacia mi, también. Supuse que era por lo mismo.

Algunas horas después (la falsa conciencia me dicta que justamente dos) el ambiente ruidoso y chispeante había dejado de serlo. Ahora había bastante menos ruido y bastante menos gente. Estabas sentada de espaldas, recostada sobre mi, y yo descansaba mis brazos sobre tus hombros. No decíamos nada.. supongo que no había nada que decir.

Te retorciste un poco, hasta que tu cara quedó frente a la mía. Me miraste un ratito, y luego..

Me besaste.

Me gustaría recordar más, pero supongo que a comparación del anonimato en el que te has mantenido, tu sonrisa es un lujo.

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